sábado, 9 de febrero de 2013

Crítica a Amour, de Michael Haneke (2012)


UN GOLPE DIRECTO AL ALMA


Título original: Amour

Director: Michael Haneke

Nacionalidad: Austria (2012)

Reparto: Emmanuelle Riva, Jean-Louis Trintignant, Isabelle Huppert, William Shimell, Alexandre Tharaud, Ramón Aguirre, Rita Blanco, Laurent Capelluto.

Género: Drama


Sinopsis: Georges y Anne, los ochenta cumplidos, son dos profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija también se dedica a la música, y vive en Londres con su marido británico. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, un lado de su cuerpo está paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. 


Mi crítica: Creo que hasta el momento no he podido encontrar a nadie en el mundo del cine que golpee tan fuerte como Michael Haneke. Cuando no es por escenas duras en que pone de manifiesto la violencia presente en nuestra sociedad, llega y nos da el bofetón más fuerte que puede. Amor es la historia de un matrimonio anciano en el que, como en la vida misma sucede, los achaques del paso del tiempo pasan factura. Es entonces cuando la devoción y el propio amor son puestos a prueba. Jean-Louis Trintignant es el que debe demostrar esos atributos, mientras que Emmanuelle Riva es la encargada de poner la nota más dramática, la degeneración humana. Grandes interpretaciones de ambos protagonistas. Haneke lleva un desarrollo intenso. Nos consigue meter entre las cuatro paredes de ese apartamento lúgubre, lleno de pasado, rencores y lamentos, pero sobre todo lleno de amor y de entrega. Entrega del uno por el otro, y entrega de una vida consagrada a la música.
Amour es una cinta nada lineal. Cuando creemos que ya hemos visto lo que pasa, hay un pequeño giro y nos descoloca por completo. Amour llega a lo más hondo del ser y, como ya apunté al principio, golpea fuerte, un golpe directo al alma, un golpe inolvidable. La sensación al final de su visionado fue de absoluto impacto: la sala a rebosar, pantalla en negro, títulos de crédito, y el silencio todavía era sepulcral. Ningún movimiento, sólo quietud y silencio. Cuando las luces se encienden es cuando volvemos todos de nuestra abstracción a la realidad, una realidad que, en parte, había quedado reflejada en la película de Haneke, y de ahí el súbito impacto en el que nos sumimos al ver esta cinta. Está claro que no es una cinta para todos los públicos. Queda reservada para un público exigente fuerte de espíritu. Este es el cine europeo que tanto nos gusta y que tanto orgullo nos produce.

Nota: 9,5/10



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